El suministro de agua potable probablemente será el problema más importante al que nos enfrentemos en la próxima generación. Se espera que la demanda de agua dulce supere la oferta en un 40 por ciento en las próximas dos décadas, lo que ejercerá una presión urgente sobre las empresas para que reconsideren cómo se gestiona el agua. Mientras los paises en desarrollo todavía necesitan tener un acceso adecuado al agua segura y limpia, el aumento de la población en los países más desarrollados nos obliga a reconsiderar nuestro uso del agua.
El tratamiento del agua potable generalmente consta de varias fases dependiendo de la fuente de agua. En general, después de eliminar las partículas y el exceso de sustancias químicas mediante oxidación, floculación y filtración, el agua se desinfecta. La desinfección es, por supuesto, necesaria para prevenir la propagación de enfermedades a través del agua contaminada (por ejemplo, E.coli, Campylobacter, Norovirus y cólera). Tradicionalmente se ha usado cloro. Debido a los riesgos asociados con la formación de subproductos de desinfección dañinos, se necesitan alternativas más sostenibles y saludables.
Mirando nuestra vida diaria, podemos ver que el agua está en todas partes. La sostenibilidad del agua es, por lo tanto, fundamental. Un factor que juega un papel en esto es que, además de la necesidad de agua potable segura, grandes partes de población mundial no tendrán acceso al agua potable en unas pocas décadas. Reutilizar el agua y tratar las aguas residuales a un nivel aceptable será necesario para cerrar la brecha en la escasez de agua. El agua residual tratada se puede utilizar para aplicaciones como el uso industrial (plantas de energía), el agua de riego y la agricultura.